Resumiendo este ritual podemos decir que consiste fundamentalmente en que macho y hembra se enfrentan uno a otro con el cuello bien estirado verticalmente y todas las plumas ornamentales de la cabeza erizadas así como las de la garganta, moviendo la cabeza de un lado a otro con intervalos de balanceo lento. Después, la hembra nada con el cuello arqueado hacia adelante, el pico casi tocando el agua y las plumas de la garganta erizadas al máximo, emitiendo el típico graznido de los lavancos. La complicada ceremonia implica también que cada uno de los pájaros recojan plantas del fondo con el pico y ambos, estirando bien los cuellos y juntando «pecho con pecho y pico con pico» se ofrezcan las hierbas recogidas (Pajaricos.es).
En este caso la ceremonia se inició siguiendo el guión habitual de movimientos. Pero en un momento determinado uno de los dos parece que se lo pensó mejor y huyó del lugar como alma que lleva el diablo.
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