La Ferrería de El Pobal, es una fábrica hidráulica en la que se trabajaba el mineral del hierro para convertirlo en metal y elaborar todo tipo de herramientas (rejas de arado, martillos, azadas, picachones...) y útiles de uso doméstico, entre otros. Fue construida a comienzos del siglo XVI por el linaje banderizo que dominaba la comarca desde el Castillo de Muñatones: los Salazar.
Su época de máximo esplendor corresponde a finales del siglo XVII, cuando se amplió el taller y se reconstruyeron la presa, el canal, la antepara y el túnel hidráulico. Sin embargo, buena parte de las construcciones y maquinaria que podemos ver en la actualidad (la fragua, las carboneras, los fuelles de piedra, el martillo o el yunque), son de finales del siglo XIX. Respondían a las reformas que tuvieron que realizar los últimos ferrones para continuar siendo competitivos en un mundo tecnológicamente más avanzado, que ya no era el suyo. Con estos cambios, la ferrería permaneció en funcionamiento hasta 1965.
En torno a la ferrería se articulaba un complejo productivo formado por la vivienda de los ferrones, que en origen tenía el aspecto de una casa torre, el molino, con dos pares de piedras para moler trigo y maíz, el horno de pan, las huertas y los montes de donde se abastecían de carbón y madera.
La ferrería funcionó durante medio milenio y es la última que permaneció en activo en Bizkaia y la única que ha conservado una gran parte de sus instalaciones mecánicas. Se dice que de su fuego se tomó la llama que encendió el primer Alto Horno instalado en Barakaldo.
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