domingo, 17 de agosto de 2025

VOLANDO EN CANADÁ.

 Canadá es un país enorme, el segundo más grande del mundo detrás de Rusia. Con enormes extensiones de difícil acceso y más de dos millones de lagos, así que no es difícil de imaginar la importancia que ha tenido y tiene el hidroavión en el desarrollo de las comunicaciones en el país.  

Yo siempre he sido partidario del helicóptero, me gusta su versatilidad y la sensación que se tiene al volar, eso sí, no puede despegar ni aterrizar en el agua y necesita un espacio despejado de árboles y obstáculos para hacerlo. Pero cuando se presentó la oportunidad de dar una vuelta en hidroavión y ver la zona desde el aire nos lanzamos a ello. Además tenía curiosidad por eso de despegar y aterrizar en el agua. ¿Debería decir acuatizar?.


Lo hicimos en una especie de nuez con alas, debía ser el seat 600 de los hidroaviones, de marca "De Havillanz". El panel de instrumentos delataba un modelo del siglo pasado y tanto el aparato como el piloto parecían sacados de una película de aventuras. Pero volaba.




El paisaje de las orillas del lago. Allí todo el mundo tenía su lanchita para desplazarse por el agua o pescar.

Bosques y explotaciones madereras suelen ir unidos. Aquí les obligan a repoblar tantos árboles como corten.

Hacía poco viento así que el vuelo fue tranquilo, aunque estos aparatos pequeños siempre se mueven un poco.




Y tras reconocer la región desde el aire toca volver.


Curiosidad por el aterrizaje en el agua.
Y todo perfecto.


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