Para mi fue una sorpresa despertar y encontrarme que estábamos fondeados frente a un espectacular acantilado rojo que caía hasta una playa del mismo color, desde la que nos observaba un lobo marino.
Posiblemente sea la isla que mejor recuerdo me dejó. No tanto por su fauna, que no era mucha en comparación con otras, sino por sus colores y paisajes.
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