Saint-Malo (Saent-Malo en galó y Sant-Maloù en bretón), situada en la región de Bretaña. Estación balnearia conocida por su ciudad amurallada y su relación con el mar, la ciudad es una de las más visitadas de Bretaña y su población alcanza los 200 000 habitantes en verano. Fruto de una rica historia marítima, es un puerto importante (de recreo, de pesca, de comercio y de viajeros) y un centro económico. Su centro histórico tiene la particularidad de estar amurallado completamente, con una construcción que remonta al siglo XIII. Fue baluarte de corsarios (piratas autorizados por el rey).
Podemos remontar la historia de Saint-Malo a la época de los galos, cuando los coriosolites ocupaban la ciudad de Aleth – hoy en día uno de los barrios de Saint-Malo. Ya era un puerto importante, hasta tal punto que cuando los romanos la invadieron, decidieron fortalecerla. Durante los siglos XVI y XVII, Saint-Malo era famosa por albergar los buques de los corsarios. En aquella época, la ciudad se enriqueció gracias al descubrimiento de las Indias y de las Américas con las que va a desarrollar intercambios de mercancías. Durante la Segunda Guerra mundial, la ciudad es destruida por los bombardeos de las fuerzas aliadas, pero ha sido reconstruida de forma casi idéntica.
La fortaleza nacional (una vez llamado Fort Royal y Fort imperial o incluso coloquialmente "camaleón Fort", precisamente por el cambio tan a menudo de su nombre junto con los cambios de régimen político) se encuentra en una roca con forma de isla pequeña, accesible a pie durante la marea baja, al norte de las murallas de la ciudad. Sustituyó a un faro que estaba asegurando la navegación en la bahía. El Fuerte Nacional (Fort National en francés) fue construido en 1689 por el ingeniero Siméon Garengeau, según los planos de Vauban y por orden del rey Luis XIV.