Castillo/abadía de Kylemore. Casi oculta entre los parajes de la región de Connemara se encuentra esta finca de mil hectáreas. El palacio fue construido en el siglo XIX por Mitchell Henry como regalo para su esposa Margaret, una enamorada de la zona desde que la recorriese en su luna de miel. Sin embargo, en la actualidad es ocupada por monjas benedictinas. Por esa misma razón, del castillo sólo se puede visitar la planta baja, que tiene recreados salones donde predomina la madera y los tonos rojizos y azules. Margaret murió tan sólo cuatro años después de que finalizase la construcción del castillo al contraer disentería durante un viaje a Egipto, y su marido erigió además una iglesia de estilo neogótico y un mausoleo en la misma finca, en su memoria. La propiedad cuenta también con un Jardín Victoriano Amurallado, alejado del palacio 1’5 kilómetros (se puede ir andando por un sendero o tomar un autobús lanzadera que hace constantemente ese recorrido). Como dato curioso indicar que sólo incluye especies que existían en Irlanda antes de 1901. Bordeándolo ha crecido un bosque enorme de robles.
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