Tanto los sepulcros como las estelas funerarias fueron erigidos con piedra arenisca procedente de las canteras del monte Oiz.
Constan de dos partes: la caja, de una sola pieza, con forma antropomorfa, y la cubierta, de sección triangular a modo de tejadillo. Son de dimensiones diversas y, en algunos casos, no se corresponden los dos elementos. Los que mayor interés tienen son el segundo y el tercero de la hilera de la izquierda puesto que en sus tapas se pueden leer sendas inscripciones funerarias que constituyen los testimonios escritos más antiguos de la presencia de núcleos cristianos en Bizkaia.
Constan de dos partes: la caja, de una sola pieza, con forma antropomorfa, y la cubierta, de sección triangular a modo de tejadillo. Son de dimensiones diversas y, en algunos casos, no se corresponden los dos elementos. Los que mayor interés tienen son el segundo y el tercero de la hilera de la izquierda puesto que en sus tapas se pueden leer sendas inscripciones funerarias que constituyen los testimonios escritos más antiguos de la presencia de núcleos cristianos en Bizkaia.
Es en el Siglo XIX cuando un párroco del lugar conocedor de valor artístico de estos magníficos sarcófagos. Decide recuperarlos y depositarlos en al campo santo de la Ermita de San Adrián en el pueblo de Elorrio.
De las primeras destacan las grandes cabezas ovales que apoyan en estrechos cuellos realzando el aspecto antropomorfo de las mismas. La iconografía representada es fundamentalmente de carácter astral (círculos concéntricos, prolongaciones radiales, cruciformes, orlas dentadas, etc.), repitiendo motivos heredados de una larga tradición aunque interpretados según esquemas mentales de filiación norpirenaica, desconocidos hasta finales del siglo VI en el territorio.
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